Déjame quieto al muchacho
En la crianza venezolana parece normal y aceptado que un padre o abuelo moleste a su hijo o nieto hasta el punto de hacerlo enojar y, ¡peor aún! Si el muchacho reacciona entonces el adulto se enoja, “¡A los mayores no se les grita!” o “¿Por qué te pones bravo? ¡No te pongas bravo!”
Yo no se si seré mal venezolano, o me dirán “generación de cristal”, pero si el muchacho está quieto jugando y de muy buen humor, ¿Cuál es la necesidad de venir a molestarlo? ¿Qué tiene de divertido hacerlo enojar por pura costumbre? Y si el pequeñín explota, ¿por qué te molestas? Quiero decir, muchas son las historias de adultos maduros y socialmente funcionales que han golpeado (y peor aún, asesinado) a otros adultos por no aguantar un chalequeo. ¿Por qué un niño que no sabe medir sus emociones tiene que aguantar que le molesten sin enojarse?
Si tu eres adulto y no quieres que el niño te grite… No le molestes sin necesidad. Se supone que el adulto eres tu… El que “vive y deja vivir”. Si quieres interactuar con mi hijo, enséñale cosas nuevas, o juega con el… Pero no me lo molestes.
Por cierto, el título me recordó aquella opera rock de Pink Floyd, Another Brick in the Wall, que de hecho puse a sonar de fondo mientras escribía. Leave the kids alone.
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El fin de la llamada perdida
Hace poco leí alguna nota sobre las llamadas perdidas, no recuerdo cuál era el contexto y no pude encontrar el enlace para compartirlo contigo, pero me llamó mucho la atención como la tecnología ha cambiado nuestra cultura de comunicación.
Al principio de la época de la telefonía móvil, los mensajes y llamadas eran un tesoro preciado. Las telefónicas empezaban a existir y los servicios de SMS y llamadas eran costosos. Por eso, cuando las familias empezaron a comunicarse por celular y tuvieron la posibilidad de saber el número que les llamaba, los más jóvenes empezaron a utilizar la “técnica de la llamada perdida”.
Para comunicarse sin gastar saldo, hacíamos una llamada al celular de papá o de mamá, pero colgabamos justo después del primer repique. Siendo los humanos seres tan inteligentes y evolutivos, pronto los padres empezaron a darse cuenta de lo que eso significaba: “algo pasó y necesita que le llame” y pum, devolvía la llamada: ¿Qué pasó? ¿Te paso buscando?
Es gracioso, pero la llamada perdida se convirtió en un medio de comunicación tan común en el mundo globalizado, que en algunos países es considerado un delito cuando hay entre la persona que llama y el receptor una orden de alejamiento.
La cosa es que con la llegada de las conexiones de datos móviles y el abaratamiento de los mensajes y llamadas, la llamada perdida parece haberse convertido ya en un hecho histórico para contarle a nuestros nietos… ¿Tu llegaste a dejar alguna llamada perdida?
Y ahora el resumen
Antes que nada… ¿Notaste el cambio en el estilo? ¿Qué te parece? Responde a este correo si te gusta o le cambiarías algo. Resulta que estoy probando Substack, una herramienta que me deja hacer más cosas chéveres con el boletín.
Criptoestafa para llevar
En fin, esta semana pasada estuvo llena de estafas con criptomonedas, y yo te conté las más sonadas. Una empresa de comida para llevar prometía recibir pagos con criptoactivos y hasta ofrecía su propio token, que prometía generar ganancias a los usuarios leales a la plataforma además de darles de comer. Pero la cosa no era más que un bien elaborado engaño.
Calamar estafador
Y la otra criptoestafa sonada fue SQUID, el token lanzado por un supuesto estudio que pretendía crear uno de esos famosos videojuegos en los que ganas dinero con criptomonedas. Según la fulana oferta, el juego estaría basado en la serie de Netflix El Juego del Calamar. Pero como dice la canción: Era mentira que tú me querías…
Historias colaborativas en Instagram
Si eres instagramer deberías probar las historias colaborativas. Puedes publicar una historia y pegarle la etiqueta “Ahora tu” y, de inmediato, otros instagramers podrán verla y responder con un mensaje o con una historia semejante en sus propios perfiles, para hacer una especie de hilo público.
Un navegador web livianito para tu Android
Si tu teléfono se la pasa quejándose por la falta de espacio y andas buscando un navegador web que pese poco y haga mucho, quizás quieras probar Pluma… Te cuento todo sobre él en el blog.
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Se acabó…
Si llegaste hasta aquí de verdad te doy las gracias infinitas, el hecho de que leas este boletín y visites los enlaces significa un mundo para mi. Si lo leiste en la web y te gustó, dale clic al pulgarcito arriba aquí al final, para saber si lo estoy haciendo bien o si debo mejorar algo para convencerte 😉.
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